HOSTAL AZUL

Publicado por vanessa domingo, 29 de noviembre de 2009

Hostal Azul
Rodolfo Vela Torres

Pasaban las horas tediosas de esas que solo se pueden experimentar en los llamados micros, esos medios de transportes tan singulares que transitan nuestra querida capital peruana. Me dirigía hacia San Juan de Lurigancho, populoso distrito tan colorido y de contrastantes cuadros, unos de los más poblados y pobres del país. La rutina seguía su curso, los vendedores ambulantes en sus puestos informales de todos los días, las personas dirigiéndose a sus respectivos lugares, encerrados en su propio mundo. Mientras el sol nos despedía para dar lugar a la mística noche, yo me diría hacia un lugar incierto, hacia un sub mundo lleno de miserias, abusos y dolor.
-Baja metro – escuche decir a un señor de aspecto pálido y ojeroso, fue entonces que supe que había llegado a mi destino. Con papel en mano, donde tenía las indicaciones del lugar, comencé mi camino. Avance unas cuadras, las pistas llenas de vehículos, las aceras llenas de rostros confusos, y yo caminando, observando, tratando de ubicar aquel antro de besos de alquiler.

Llegué a la calle Santa Rosa y, desde una esquina, pude ver a lo lejos la casa de color azul con las descripciones que me habían informado, con una luz tenue que iluminaba, como queriendo y no ocultar, la palabra hostal.

Mientras en el primer piso se vendía comida, en el segundo se vendía lujuria y placer de cuerpos de contrabando, alrededor del lugar todo parecía estar normal, personas en las calles, que iban y venían, y nadie advertía que un submundo funcionaba camuflado en esas cuatro paredes del “Hostal Azul”.

Decidido por investigar, me adentré en este mundo. Al llegar a la puerta noté que estaba abierta, como invitándome silenciosamente a entrar, subí las escaleras y un portón de rejas detuvo mi camino, atine a topar el mugriento portón lleno de oxido, cuando advertí que había un timbre. Al tocarlo inmediatamente salió un tipo de aspecto desordenado, sudoroso, de gruesas facciones y ojos maliciosos, esbozó una pícara sonrisa como invitándome alegremente a pasar a este lugar tan sombrío.

Al estar ya dentro del “Hostal Azul”, observé un pasadizo oscuro, con luces tenues color rojo ,donde habían cuartos, todos cerrados, el olor del lugar era repugnante como a orina concentrada y sudor de axila, no pude ver ninguna fémina, solo a un señor de aspecto desagradable que revoloteaba las manos jugueteando con sus genitales, entonces me propuse a preguntar al tipo por las chicas de lugar, lo hice algo nervioso y con palabras confusas – ¿Cuántas chicas hay, ehh…cómo es el servicio? – sonrió y atinó a decirme – 4 flacas y 25 soles muchacho, servicio completo. Al notar que no había advertido mi nerviosismo, me atreví a preguntar si había menores de edad, me miró fijamente, borró la sonrisa de su rostro, y me dijo – tanto así –sonrió- ahora solo tengo una chibola, el precio es el mismo.
En ese instante salió una joven, de uno de los cuartos, de mirada lúgubre, rostro gastado, sonrisa fingida, de cabello oscuro lacio, piel canela y el cuerpo de una adolescente de no más de 17 años, estaba vestida con diminutas prendas e invitó a pasar al señor que la esperaba revoloteando sus colgajos.
Sonó el móvil, tal como lo tenía planeado, fingí contestar y me retiré de aquel lugar, al bajar la escaleras, observé que entraban al lugar dos personas, un señor de aspecto y facciones gruesas, mirada seria como echando miedo, y una mujer que más que mujer parecía una adolescente de 15 años, pelo lacio negro, piel canela, ojos achinados, iba seria, no sonreía, pude ver en su mirada una enorme tristeza fúnebre.
Al salir del “Hostal Azul” todo volvió a la supuesta normalidad, las personas caminando, los vehículos, el bullicio detestable de la ciudad, volvía hacia mi vista, entonces pude ver también a dos personas saliendo de un restaurante, un hombre adulto de cabellos canos, que esbozaba una sonrisa mientras conversaba con una adolescente de unos 15 años, que lo miraba feliz y le abraza con ternura.

4 comentarios

  1. Anónimo Says:
  2. Es un problema actual en nuestra sociedad. Son muchos los factores que contribuyen a esta problemática, uno de los más impactantes es que los mismos padres entregan o exponen a sus niños a esta explotación. Hace poco una madre e hija vinieron a hacer una denuncia por delito de trata y explotación sexual. La niña tan sólo tenía 15 años. Lo indignante de este caso fue que, en medio de la conversación que madre e hija tuvieron en privado, pudimos percibir que era la misma madre quien exponía a su hija. Casos como este y muchos más vemos a diario en nuestro departamento. Es un trabajo muy largo el que tenemos que realizar de la mano con otras organizaciones para poder parar este problemática. Por eso pedimos el apoyo de la comunidad.

    Tnt. José A.M

     
  3. Ronald Says:
  4. Muy interesante tu cronica

     
  5. Anónimo Says:
  6. A veces me pregunto porque hay lugares que sacan dinero del sufrimiento de menores, ¿acaso no hay limites a la perversion humana?

     
  7. Carlos Says:
  8. Excelente nota constituye una de las formas de vulneración de derechos más extrema y afecta mayoritariamente a las mujeres, que conlleva los actos de Violación Sexual de menores de edad y pese a ello, durante muchos años se ha pretendido abordar el tema como un asunto privado que se soluciona solamente entre las partes involucradas, y se niega que se trata de una violación de derechos humanos y que sucede en un gobierno que hace alardede este tema.Su impacto en la vida de quienes son víctima puede llegar a resultados fatales como el suicidio, homicidio, mortalidad materna y VIH-SIDA en la ciudad de Buenos Aires funcionan mas 450 de los denominados “saunas” que son promocionados con avisos clasificados, tolerados en casi todos los diarios, pero así somos de hipócritas tratando de confundir prostitucion que es una decisión personal que no debiera ser promocionada por estos proxeneta, mucho de ellos miembros activos y pasivos de fuerzas de seguridad que no califican esta conducta y que el estado protege

     

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